miércoles, 26 de septiembre de 2012

La lluvia guarda nuestro secreto

¿Recuerdas? Aquel día, bajo la lluvia sucedió algo, sucedió todo, al menos para mí. Siempre había deseado tenerte cerca, y siempre había deseado un beso de película, de esos en los que de repente se pone a llover, y aquel día, era el día perfecto. Te tenía a mi lado, a tan solo unos centímetros de distancia, y bueno, sí, se puso a llover. Nos miramos, y fue como si el mundo se parase, como si todo a nuestro alrededor se paralizase y el tiempo quedase congelado. No había nada que nos impidiera estar juntos en ese momento, nada. Disponíamos de todo el tiempo que quisiéramos, solo nos faltaba construir el instante perfecto. Y lo hicimos. Poco a poco nos fuimos acercando, lo que antes eran centímetros se convertían en milímetros, hasta que nuestros cuerpos quedaron completamente pegados, formando uno solo. Notaba como los latidos de ambos corazones se aceleraban, y con ellos, la respiración se hacía cada vez más fuerte. Y de repente, ocurrió, nos besamos. Fue perfecto. Estábamos empapados, pero no nos importaba, en absoluto. Los dos seguíamos allí, inmóviles, abrazados, disfrutando del momento. Entonces miré al cielo, solté una carcajada y quedaste algo extrañado, te miré, te dije que había sido el momento más perfecto que pudiera haber imaginado y sonreíste. Me marché corriendo, me cogiste de la mano al alcanzarme y me pediste un último beso. Así lo hice, nos besamos de nuevo. Corto, pero intenso. Esta vez sí, yo corría, corría, y al mirar atrás, vi tu silueta dibujada entre la lluvia, con tu perfecta cara sonriente y tus ojos azules que deslumbraban en la noche más que nunca, y sonreí. Me sentía feliz, extremadamente feliz. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario