viernes, 6 de septiembre de 2013

Nada termina nunca realmente, siempre quedan cabos por atar.

Dicen que cuando una herida cicatriza deja de doler. Ambos pensaban que aquella historia había pasado a formar parte del pasado, del recuerdo, un recuerdo borroso y difícil de concretar. Creían que ya no significaba nada para ellos, que después de tanto tiempo todo estaba superado y nada haría que la llama que una vez hubo volviera a aparecer. Pensaban que las cenizas habían sido retiradas por el viento, por los años, y nunca jamás volverían a su lugar de origen. No creían en la chispa que mucha gente afirma que queda después de un amor tan pasional como el suyo. Estaban tan seguros de que no sentirían nada cuando se volvieran a ver que pensaban que estaban completamente preparados para ello, y era por eso por lo que seguían compartiendo amigos, ciudad y muchas anécdotas en común que escuchaban cada vez que eran recordadas, porque al parecer, no les dolía escucharlas. Sin embargo, se equivocaban. Por cosas del destino, de la suerte, o sea lo que sea lo que hace que dos personas que hace años que no se ven se reencuentren, ellos dos se volvieron a ver. Nunca habían coincidido antes, a pesar de que frecuentaban en muchas ocasiones los mismo lugares, y ese, era el día. Era verano, ella se encontraba con sus amigos pasando la tarde, como de costumbre, con sus pantalones cortos y su camiseta ancha de tirantes  rosa, sin esperar encontrarse con nadie y riendo a carcajadas, como era habitual; él, andaba con sus amigos, con su camiseta a rayas de manga corta y sus pantalones a la altura de las rodillas, los que ella le regaló, los que a él le encantaban, bromeando y disfrutando al lado de la gente que apreciaba. 
Sin saber por qué ni cómo ocurrió, algo hizo que ambos sintieran la necesidad de girarse, y cuando lo hicieron, sus miradas se encontraron. Todo parecía haberse parado, el tiempo, las agujas del reloj no se movían, el viento había dejado de soplar y los coches habían dejado de circular. Era como si aquel momento hubiese sido creado específicamente para ellos dos. Y lo fue, porque cuando sus miradas se cruzaron, algo ocurrió en su interior, y sintieron que todo volvía, que volvían a sentir exactamente lo mismo que la última vez que se besaron. Vieron pasar todo lo que habían vivido juntos por sus mentes, como una secuencia de imágenes con las que no pudieron evitar sonreír, su primer encuentro, su primera sonrisa, su primer beso, todo. Les invadió una enorme añoranza y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Deseaban besarse de nuevo, abrazarse de nuevo, pero no podían, o al menos eso era lo mejor, pensaban. Y así fue, todo el tiempo que para ellos había sido como horas, simplemente habían sido milésimas de segundo. Entonces volvió, los coches siguieron circulando, el viento soplando y las agujas del reloj pasando, como siempre, como ahora. Sus miradas se perdieron entre la gente, y caminando, se perdieron el uno al otro. Sin embargo, no pudieron evitar mirar hacia atrás, buscándose, y no solo físicamente, sino en su cabeza, recordando todo aquello, con un gesto en la cara que se encontraba entre el dolor y la felicidad, entre la sonrisa y la lágrima. Entonces lo entendieron todo, se seguían queriendo, echándose de menos, pensando y recordando, en silencio, en secreto. Porque a pesar de haber convencido a los demás, e incluso haberse auto convencido a ellos mismos de que ya nada importaba, no era cierto. Y fue ese día el día en que se dieron cuenta de que se seguían queriendo tanto o más que antes, de que la llama seguía completamente viva y de que pasara el tiempo que pasara, todo seguiría igual. Porque decir que una cosa está zanjada, no implica que lo esté.

lunes, 8 de julio de 2013

Si ya no confío en nadie es porque todos me han fallado.


Miro a un lado, al otro, al frente, no hay nadie. Busco desesperadamente una mirada conocida, una sonrisa tranquilizante, una palabra alentadora, sin embargo, no recibo ninguna de ellas. Estoy desesperada, no sé qué hacer, cómo reaccionar, me he quedado sola, otra vez, como siempre, todos me han fallado, nadie se presente a ayudarme, a sostenerme o simplemente a darme ánimo, un abrazo, un simple abrazo es lo que pido, pero nadie es capaz de ver que lo necesito. Estoy rodeada de gente, pero sin embargo, me siento más sola y perdida que nunca, la soledad es mi mejor amiga y el miedo mi mejor aliado, es triste, sí, la tristeza es algo habitual en mi día a día últimamente y por desgracia, he olvidado el significado de la palabra 'felicidad'. Las sonrisas, con el tiempo, se convirtieron en lágrimas, y los sueños en pesadillas. Supongo que no es culpa de nadie que me sienta así, ¿inseguridad? puede ser, pero siento que no encajo en ningún sitio, no encuentro mi lugar, y de verdad que lo busco desesperadamente, pero me siento desplazada. La gente de siempre me ha fallado, a aquellos a los que yo llamaba 'amigos' se han convertido en completos desconocidos y la verdad es que no me reconozco ni yo misma. '¿Esto llegará algún día a su fin?' me pregunto día tras día, noche tras noche, espero que sí, dicen que una vez se llega a tocar fondo solo queda una opción, y es volver a subir, y espero volver a ser yo misma, tan independiente y sonriente como siempre, tan feliz y cariñosa como nunca, tan única y tan rara, tan yo.

martes, 16 de abril de 2013

Al final siempre es el mismo cuento, al final siempre el final.

Se ha marchado, definitivamente. Le he visto con mis propios ojos y no hemos sido capaces de dirigirnos ni una sola palabra, ni una sola mirada, lo único que hemos sabido hacer ha sido apartarla al cruzarnos. Todo ha cambiado, siento como poco a poco, con el tiempo y la distancia nos hemos ido distanciando el uno del otro cada vez más y más, y que ya no podemos pararlo. No sé, tal vez me equivoque, pero creo que esta historia ha llegado a su fin, que su llama se ha apagado, la oportunidad ha pasado... o como quieras llamarlo, al final siempre es lo mismo, se acabó.

sábado, 5 de enero de 2013

Los castillos de papel son fáciles de derrumbar

Sabes, al final en la vida te das cuenta de dos cosas, de con quién y cuándo has perdido el tiempo, y quién te ha amado realmente. Sé que con él no perdí el tiempo en ningún momento, porque para mí, estar con la persona que amas simplemente es invertirlo para ser feliz, pero por otra parte sé, que por mucho que yo te haya querido o te haya amado, tú nunca lo has hecho. Tal vez alguna vez hayas llegado a cogerme cariño, nadie dice que no, pero nunca has llegado a querer. Costó, me costó muchísimo aceptar esto, pero al final me di cuenta de que era la única realidad que existía. Tú nunca me habías querido y nunca podrías llegar a hacerlo, y por eso era mejor que te hubiese dejado marchar. Porque tal vez el camino que construimos estaba basado en ilusiones y mentiras, y por eso fue tan fácil destruirlo, que todos los deseos que pedimos juntos al ver una estrella fugaz se quedasen en eso, en deseos, y por eso nunca se cumplieron, y que todos los "te quiero" que nos dijimos al despertar los dijeras simplemente por rutina. Al final aprendí a diferenciar cuándo me mentiste y cuándo me dijiste la verdad, y créeme, lo segundo era muy escaso.