jueves, 16 de agosto de 2012

Nada dura para siempre

¿Sabes? Con el tiempo comprendí que todo había terminado. Nuestros caminos se habían separado completamente y, para bien o para mal, entre tu y yo ya no quedaba nada excepto los recuerdos de una relación que parecía no haber existido nunca. Todo había cambiado completamente. Fue como un giro de 180 grados o estar boca abajo en una de esas enormes norias de feria. De la noche a la mañana pasamos de serlo todo para el otro, a no significar nada. Todo había sido como un largo sueño del que ambos acabábamos de despertar. Por fin todo se veía claro, por fin podíamos ver los contras y no solo los pros de todo lo que había ocurrido. No, no todo fue perfecto, también hubieron malos ratos, lloros, chillidos y enfados. Aquella historia parecía haber salido de una de esas películas de jóvenes enamorados con una historia imposible, o tal vez de un libro de romances y fracasos. Derramé demasiadas lágrimas en muy poco tiempo, más de las que nadie podría imaginar jamás, muchísimas más de las que te merecías, pero por fin, era libre, ahora sí. Aprendí a vivir sin ti, sin tus besos, sin tus caricias y sin tus abrazos. Por desgracia, me obligaste a hacerlo. Puede que todo acabara porque a los dos nos espera algo mejor. Puede que ni tu ni yo tuviéramos la culpa y simplemente todo terminara porque no éramos la persona idónea para el otro. Tal vez alguien nos espere a la vuelta de la esquina. Tal vez separados si encontremos el verdadero amor. 

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